Puede que mañana, o dos horas más tarde decida buscarte, raptarte y traerte a mi mar, este mar precioso que sería solo para ti. Tal vez sean nuestros caminos los que nos vuelvan a unir y mirarnos, solo espero que sin miedo, sin ese titubeo con que nos perdimos. Quizás tú antes que yo, de ante mano sé que eso ya no importará. Sea yo quizá, o podrías ser tú quien invoque el volver a tropezar en el mismo lugar. Encontrarnos, reconocernos, olvidar que un día nos hicimos tantas promesas y que las hemos hecho pedazos. Buscarnos, descubrirnos a pesar del tiempo y las heridas. Perdernos, yo en tu aroma, tu en mi piel, guardando las lágrimas.
Tal vez en ese encuentro te regrese tus besos y tú mi alma, puede ser que vuelvas a llevarte mi ilusión y yo cargue con la culpa de hacer daños a terceros. No sabemos si compartiremos otra noche, en tu ciudad o en la mía. En las mismas paredes, en el mismo verde o en aquellas bancas que también esperaban más aquella noche. Posiblemente ya no digamos nada, puede que ya hayamos dicho todo. Y de pronto morderte en el silencio y tu abofetearme con miradas, podríamos pelearnos, discutir entre abrazos y hasta quizá volvernos amar.
Yo no sé que quiero que pase si vuelvo a tenerte frente a mí, la verdad tampoco quiero pensarlo, ni mucho menos imaginarlo. Tú podrías no reconocerme, ni dirigirme la palabra, agachar la mirada, solo Dios sabe tu reacción, pues a éstas alturas ya no se que esperar de ti. Tan solo enterate de que estaré preparada para el adiós y para ese sabor dulce que le quieres dar a la despedida, que termina sintiéndose como hiel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario